Eterna candidata al Nobel, esta autora amenazada de muerte por los radicales islámicos dedicó medio centenar de obras a la lucha por los derechos de la mujer
La icónica feminista militante, escritora y doctora egipcia Nawal El Saadawi, considerada una de las pensadoras, autoras y activistas en defensa de los derechos de la mujer más radicales e influyentes del mundo árabe, ha fallecido este domingo a los 89 años tras una larga enfermedad, según han informado medios locales y su entorno en las redes sociales. Aunque no ha trascendido la causa de su muerte, la hija de El Saadawi aseguró ayer sábado al periódico oficialista Al-Ahram, para el que la primera escribió columnas de opinión hasta el año pasado, que su estado de salud se había deteriorado a raíz del tratamiento que estaba recibiendo tras fracturarse el fémur izquierdo.
La prolífica obra de El Saadawi, cuya parte más destacada gira en torno a una profunda crítica del patriarcado, el capitalismo y la religión y su activismo político han tenido una honda influencia en las últimas cinco décadas y ha sido reconocido en numerosos premios nacionales e internacionales. La autora también abordó cuestiones sensibles, como la sexualidad, la identidad o el colonialismo. El 8 de marzo, la editora de la revista Egyptian Streets, Sara Ahmed, destacó “la pasión, franqueza y honestidad brutal” propias de El Saadawi, así como el origen de su grandeza.
Eterna aspirante al Premio Nobel de Literatura, la polémica autora de Mujer en punto cero (Capitán Swing, en castellano, y Angle, en catalán) conocío los dos lados del poder. Fue directora de Salud Pública en su país y consejera de la ONU para el programa Mujeres en África. Pero tuvo que publicar sus libros en Líbano cuando fueron censurados en Egipto y exiliarse tras ser encarcelada y acusada de revolucionaria. Aunque volvió al país en 2011, su obra sigue allí prohibida.
Nacida en 1931 en Kafr Tahla, un pueblo del delta del Nilo, El Saadawi empezó a escribir con 13 años en un diario que guardaba debajo de su cama, y ya nunca abandonó esa práctica, según cuenta en su biografía. La egipcia se licenció en Medicina en la Universidad de El Cairo en 1955. Como doctora, su trabajo con mujeres fue una de las experiencias que más le marcaron a la hora de conocer violaciones de derechos, como la mutilación genital femenina, un crimen muy extendido en Egipto del que ella también fue víctima y del que acabó por convertirse en una de sus más vehementes opositoras. Esta integración de su experiencia personal con sus conocimientos e intereses se reconocen como una constante en su obra.
Su actividad literaria, política y científica, muy controvertida en un país ultraconservador, la llevó a pagar un precio muy alto. Ya en los años setenta, El Saadawi fue despedida de su trabajo en el Ministerio de Salud tras publicar una de sus obras más célebres, La mujer y el sexo, en la que aborda el “miedo” de la sociedad hacia el cuerpo de las mujeres y el intento continuo de controlarlo bajo pretextos religiosos y políticos. El libro fue censurado en Egipto.
Una década después, bajo el régimen del presidente Anwar El Sadat, las críticas contra el Gobierno la llevaron a prisión, donde, sin embargo, continuó escribiendo, lápiz de cejas en mano, sobre papel higiénico. El libro Memorias desde la cárcel de mujeres, publicado años después, se considera otra de sus principales obras. La egipcia fue liberada poco después del magnicidio de Sadat.
Un tiempo después de abandonar la prisión, El Saadawi comenzó a recibir amenazas de muerte por parte de sectores extremistas, lo que la forzó, a principios de los años noventa, a huir a Estados Unidos. Allí ejerció de profesora hasta que pudo regresar a Egipto, donde, en 2005, trató brevemente de postularse como presidenciable. Otros libros fundamentales de El Saadawi son La cara oculta de Eva o La caída del imán.
La persecución de las ideas de El Saadawi no se detuvo tampoco con su regreso a Egipto. En 2001, tres de sus obras fueron prohibidas en la Feria Internacional del Libro de El Cairo, y un año más tarde un abogado fundamentalista la acusó de apostasía, según ha recordado Al-Ahram en uno de sus obituarios. En 2007, El Saadawi tuvo que enfrentarse a otro juicio tras ser acusada de apostasía y herejía por Al Azhar, considerada la más prestigiosa institución teológica de Egipto y del islam suní. Durante el levantamiento popular de 2011 en Egipto, El Saadawi se sumó desde el primer momento a los manifestantes que forzaron la caída de Mubarak. Más tarde, sin embargo, la egipcia fue criticada por apoyar el golpe de Estado militar de 2013, y por brindar su apoyo, aunque no un cheque en blanco, al entonces general, y hoy presidente, Abdelfatá Al Sisi.
Al trascender la noticia de su fallecimiento, las redes sociales se han inundado de lamentos y recuerdos de los seguidores de El Saadawi, en muchos casos para recordar algunas de sus frases más célebres o evocar la influencia de la feminista en sus vidas. La casualidad ha querido, como muchos han observado, que su muerte se haya producido en el Día de la Madre en Egipto, una cualidad que algunos le han querido atribuir.
Durante sus últimos años de vida, siempre se mostraba en público sin maquillaje y sin teñir su pelo blanco, para reivindicar el papel de la mujer en su forma natural, y criticaba abiertamente y sin tapujos tanto el sistema patriarcal como el capitalista. “El cristianismo, el islamismo y el judaísmo, las tres religiones monoteístas que dominan al mundo, son un sistema machista, racista, militar y fanático que oprime particularmente a las mujeres y a los pobres. En Egipto fuimos colonizados por los británicos y ahora estamos colonizados por los estadounidenses y los europeos. Las mujeres nunca podrán ser liberadas en un país que no esté liberado”, aseguraba en una entrevista con este diario en 2017.