Las nuevas condenas internacionales tras el día más letal en Myanmar

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Myanmar
Foto: Arabnews.com

Los jefes de seguridad de 12 países, la Delegación de la Unión Europea para Myanmar y la ONU rechazaron la violencia en Myanmar después del día más violento en ese país, que dejó más de un centenar de ciudadanos muertos a manos de las fuerzas militares. Sin embargo, un relator especial de Naciones Unidas dijo que las palabras sonaban “huecas” y que ya era hora de “acciones sólidas” por parte de la comunidad internacional para detener la represión contra los birmanos; mientras que China y Rusia muestran su amistad con el país asiático.

Un total de 114 muertos en un solo día a manos de las fuerzas de seguridad de Myanmar. Ese fue el resultado del que ha sido hasta ahora el día más violento en el país del sudeste asiático desde que la junta militar asumió el poder a través de un golpe de Estado. Los uniformados arremetieron contra los manifestantes que salieron a las calles de las principales ciudades birmanas el pasado sábado, cuando se conmemoraba el Día de las Fuerzas Armadas.

Horas después de que se conociera la cifra de fallecidos, varios países y organismos salieron a rechazar lo ocurrido. Por un lado, los jefes de defensa de 12 países -incluidos Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Corea del Sur, entre otros- emitieron una declaración conjunta en la que condenaban “el uso de fuerza letal contra personas desarmadas por parte de las fuerzas armadas de Myanmar y los servicios de seguridad asociados”.

El documento de un solo párrafo agrega que un ejército profesional “es responsable de proteger, no de dañar, a las personas a las que sirve” y concluye instando a los organismos de seguridad birmanos a que “cesen la violencia y trabajen para restaurar el respeto y la credibilidad con el pueblo de Myanmar que ha perdido con sus acciones”.

Por su parte, el secretario de Estado de Estados Unidos también respondió a lo que ocurrió en Myanmar y dijo que estaban “horrorizados por el derramamiento de sangre perpetrado por las fuerzas de seguridad birmanas, que demuestra que la junta sacrificará la vida de la gente para servir a unos pocos”. Además, envió su pésame a las familias de las víctimas.

En los cerca de dos meses que lleva el golpe de Estado, más de 420 manifestantes han muerto, incluidos por lo menos 20 menores de edad, según la organización Asociación de Asistencia a Presos Políticos (AAPP, por sus siglas en inglés) y de la cual todos los organismos internacionales están tomando las cifras.

Gran parte de ellos han muerto por disparos de armas de fuego, a manos de las autoridades, tal como lo indicó la Delegación de la Unión Europea (UE) en Myanmar a través de su cuenta de Twitter. “La matanza de civiles desarmados, incluidos niños y niñas, son actos indefendibles”, señaló y agregó que la UE “apoya al pueblo de Myanmar y pide el fin inmediato de la violencia y el restablecimiento de la democracia”.

Este pronunciamiento del bloque comunitario llega una semana después de que los ministros de relaciones exteriores de los 27 países miembros sancionaran a 11 birmanos, incluidos el comandante en jefe de la junta militar, Min Aung Hlaing; y el comandante en jefe adjunto, Soe Win. La sanción implica que esas personas no podrán entrar a ninguno de los países de la Unión Europea, la congelación de cualquier dinero que tengan en esos países europeos y la prohibición para todos los ciudadanos y empresas de la UE de financiar a esos militares.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, se unió al rechazo internacional contra la violencia de las fuerzas de seguridad en Myanmar. A través de su portavoz, emitió un corto comunicado en el que dijo que es “inaceptable” que continúe la “represión militar” y exigió “una respuesta internacional firme, unificada y resuelta”.

“Las palabras de condena suenan francamente huecas para el pueblo de Myanmar”: relator de la ONU

Pese a los llamados de varios países y organismos durante todo el golpe de Estado, la violencia contra los manifestantes en Myanmar no solo continúa sino que va en aumento. El 28 de febrero fue la primera vez que los muertos durante un solo día de protestas ascendieron a 18. Menos de una semana después, la ONU habló del “día más letal” de manifestaciones con 38 fallecidos. Pero el derramamiento de sangre no paró ahí. El 14 de marzo, la represión dejó por lo menos 50 muertos más. Y el 27 de marzo ese número incrementó a más de 100 ciudadanos que perdieron la vida a manos de las fuerzas militares en un solo día. Eso sin contar los miles de birmanos y extranjeros que siguen detenidos.

Es por eso que Tom Andrews, relator especial de la ONU para la situación de derechos humanos en Myanmar, dijo el pasado sábado que los comunicados internacionales no tienen mucho sentido. “Las palabras de condena o preocupación suenan francamente huecas para el pueblo de Myanmar mientras la junta militar comete asesinatos en masa contra ellos”, denunció a través de un escrito que hasta ahora ha sido uno de los más críticos por parte de un miembro de Naciones Unidas.

Andrews explicó que el mundo debe responder con el mismo coraje que han tenido los ciudadanos de Myanmar, quienes han protestado durante más de 50 días seguidos de manera pacífica pidiendo el regreso de la democracia y la deposición de la junta militar. “El pueblo de Myanmar necesita el apoyo del mundo. Las palabras no son suficientes. Desde hace tiempo fue el momento de emprender acciones sólidas y coordinadas”, escribió el relator de la ONU.

Andrews se refirió concretamente al Consejo de Seguridad, el máximo organismo de Naciones Unidas, y dijo que era el “lugar apropiado para examinar una crisis de esta magnitud y tomar las medidas adecuadas”. Aunque el Consejo de Seguridad condenó la violencia en Myanmar contra los manifestantes pacíficos, no atribuyó los hechos a las fuerzas de seguridad birmanas ni ha impuesto sanciones a ninguno de los miembros de la junta militar que gobierna al país.

De hecho, el Consejo de Seguridad no ha impuesto un embargo de armas internacional para prohibir que cualquier país le venda armamento a las fuerzas militares birmanas, a pesar de que organizaciones como Human Rights Watch se lo han pedido. Actualmente, solo Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido y la Unión Europea prohíben la venta de armas al país asiático, pero esos embargos estaban en regla mucho antes de que comenzara el golpe de Estado.

Por eso es que el relator especial de la ONU advierte que si el Consejo de Seguridad no actúa, “debe organizarse y convocarse inmediatamente una cumbre internacional de emergencia sobre Myanmar”. Su llamado concreto es a que los países bloqueen totalmente el acceso a las armas por parte de las fuerzas birmanas y se inicien investigaciones contra “los responsables de los horrores”. Andrews también pide “medidas coordinadas para evitar que la junta continúe robando fondos” como los del petróleo y el gas.

“La pregunta ahora es dónde se encuentra la comunidad internacional. Algunos están literalmente al lado de la junta militar mientras despliegan armas de guerra contra su propia gente. Otros cortan y pegan palabras de condena o preocupación. Algunos ofrecen acciones dispares y difusas. Otros permanecen en silencio”, concluyó Andrews.

La posición de China y Rusia frente a Myanmar

Esa última frase de Andrews está relacionada con el respaldo implícito que dos de las potencias mundiales le han brindado a la junta militar birmana. Por ejemplo, el viceministro de Defensa de Rusia, Alexander Fomin, asistió a un desfile en la capital de Myanmar, Naipyidó, durante la conmemoración del Día de las Fuerzas Armadas.

Si bien China, India, Pakistán, Bangladesh, Vietnam, Laos y Tailandia también enviaron representantes al desfile, Rusia fue el único país que envió un funcionario con rango ministerial. Además, un día antes de la celebración del sábado, Fomin se reunió con altos líderes de la junta birmana.

“Rusia es una verdadera amiga”, dijo Min Aung Hlaing, el comandante en jefe birmano.

Por otro lado, tanto el embajador chino en Myanmar, Chen Hai; como el Ministerio de Relaciones Exteriores de China han dicho que su país es un “vecino amistoso de Myanmar”, se han referido a lo que ocurre en territorio birmano como una “disputa doméstica” y le han pedido a todas las partes involucradas que “actúen con moderación”.

La posición de Rusia y China frente a lo que ocurre en Myanmar es clave pues aquellos son dos de los cinco países que tienen un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y que es, en últimas, el organismo internacional más poderoso para frenar la violencia

france24

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